
A favor: Los bebés necesitan succionar. Succionar les calma y tranquiliza. El pecho de la madre no siempre está disponible. Los chupetes son un sustituto práctico.
En contra: Los chupetes son pezones artificiales y pueden confundir al bebé, lo cual desemboca en una succión ineficaz al pecho. Los chupetes disminuyen la cantidad de tiempo que el bebé mama y esto puede afectar la provisión de leche de la madre.
¿Es adecuado que una madre lactante ofrezca un chupete a su bebé? La respuesta es… a veces.
En muchas partes del mundo angloparlante los chupetes se llaman dummies. Imitan el pecho de la madre, igual que los maniquíes imitan a seres humanos en los escaparate o en pruebas de accidentes automovilísticos. Hay ocasiones en que los maniquíes cumplen una función positiva y útil, también hay veces en que un maniquí sencillamente no basta.
Los bebés tienen el instinto de succionar. Sin este instinto quizá no obtendrían el alimento que necesitan para crecer y abrirse camino. Además, la succión les calma. Su ritmo estable, la concentración en una tarea y la placentera estimulación de las extremidades nerviosas les ayudan a sobreponerse y a superar las muchas perturbaciones de un mundo grande y confuso. Hubo un tiempo en que los “expertos” fruncían el ceño ante el uso de chupetes. Estos mismos consejeros también disuadían a los padres de coger en brazos a un bebé que llorara. Afortunadamente, el mundo ha aprendido a tolerar un poco más las necesidades de los bebés, incluida la de succionar. Es muy posible que todos los recién nacidos de un hospital, alineados con aire satisfecho junto a la ventana del nido, lleven chupete.